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Parejas jóvenes se dejan conquistar por el Oriente Antioqueño

El Valle de San Nicolás ofrece equilibrio, salud y tranquilidad a quienes habitan en él.

En noviembre de 2017 Clara María y Jose Pablo dieron un giro a sus vidas. Se mudaron a una vivienda ubicada en el Oriente Antioqueño en busca de tranquilidad, cambio de hábitos y salud.

Ellos son una pareja joven que ama los animales, la música y el deporte. No tienen hijos, pero sí un perro que les robó el corazón. Clara es Diseñadora Industrial, Fitness Coach y correr es una de sus grandes pasiones. Jose Pablo es Ingeniero de Grabación y durante su trayectoria ha trabajado con reconocidos artistas. En la pandemia crearon y comercializaron su versión del “juguete de la cuarentena” el balance board al que llamaron RAW.

“Nuestra motivación inicial para vivir fuera de la ciudad fue bajarle un poco el ritmo a la vida que llevábamos y brindarle más calidad, en esa época la ciudad estaba pasando por una temporada de esas de smog y contaminación fuerte y Jose y yo nos estábamos enfermando constantemente. Además, no dependíamos de temas laborales para tomar la decisión. Por último, Uma (el perro) crecía cada vez más y pedía mucha actividad, eso también nos motivó”, cuenta Clara.

Como ellos, muchas parejas jóvenes han tomado la iniciativa de mudarse al Valle de San Nicolás, en su mayoría buscando equilibrio y tranquilidad. Una decisión motivada por los beneficios que actualmente brinda la Subregión como: cercanía a Medellín, mejoras en la infraestructura vial, corredores verdes, senderos peatonales, calidad del aire, paisajes acogedores y su alto desarrollo urbanístico y empresarial.

Además, en el Oriente todo queda relativamente cerca. Hay hospitales, supermercados, centros comerciales, colegios, universidades, parques recreativos y culturales, También están las tiendas de barrio, los cafés y restaurantes para cada gusto.   

A Clara y Jose habitar fuera del Valle de Aburrá les permite disfrutar el silencio, el aire puro y el espacio al aire libre. “El cambio de estilo de vida es grande y vale muchísimo la pena, aprendes a valorar más las cosas sencillas que tu alrededor te ofrece, dejas de correrle al día y tus prioridades cambian para bien. Nuestra salud mejoró muchísimo y nuestra tranquilidad se volvió lo más importante”, apunta Clara.

En el caso del economista Luis Sánchez, quien en la actualidad por temas laborales no podría vivir allí, dice que si más adelante se le presenta la oportunidad no lo pensará dos veces, sin embargo, hoy lo ve como un tema de inversión ya que ha visualizado el crecimiento económico que presenta esta Subregión.

También cuenta: “tengo una compañera en la oficina que compró un apartamento en Rionegro y todos los viernes se va con su esposo a disfrutar el fin de semana y regresan el lunes temprano a trabajar a Medellín. Eso me parece fabuloso, imagino el descanso y el aire tan maravilloso que respiran allí”.

Gracias al constante desarrollo que se viene dando en el Oriente Antioqueño habitarlo es como vivir en la ciudad, pero con equilibrio, calidad de aire y tranquilidad.